Bienvenidos a VAPS - Dos Hermanas
Somos una asociación de padres separados que brindamos y solicitamos ayuda para defendernos de la situación humillante a la que nos vemos sometidos los hombres que hemos sido falsamente denunciados por violencia de género, tenemos dificultades para contactar con nuestros hijos tras la ruptura matrimonial o queremos cambiar la actual normativa vigente que relega al varón a ser un mero pagador de pensiones sin derecho a decidir sobre la educación de nuestros hijos.
VAPS no recibe subvención alguna para garantizar su independencia. Tampoco cobramos en forma alguna nuestros servicios profesionales de ayuda y asesoramiento. Nuestro único interés es la justicia social
¿Qué defendemos?
1. El establecimiento de la custodia compartida en las separaciones y divorcios contenciosos como norma general y sin trabas
2. La persecución de oficio de las denuncias falsas de malos tratos
3. La lucha contra el SAP (Síndrome de Alienación Parental)
4. El apoyo a padres maltratados tanto por sus parejas como por la Administración del Estado
miércoles, 30 de diciembre de 2009
"El mal negocio del juez Serrano" por Antonio Burgos
A las 10 de la mañana, cuando caía el diluvio universal («¡vaya usted con Dios, Noé!»), me encontré ayer en la calle San Fernando con mi apoderado Joaquín Moeckel.
—¿Y qué hacía usted a las 10 de la mañana en la calle San Fernando, con la que estaba cayendo, si se puede saber?
Pues se puede y se debe saber: estaba esperando que pasara mi apoderado para que me diera hecho el artículo nuestro de cada día. Iba Moeckel, aparte de chorreandito, camino de los juzgados. Eso en principio no es noticia, que un abogado vaya a los juzgados. Noticia sería que fuera camino de los juzgados como imputado ese político en quien está usted pensando, y cuyo nombre no voy a poner, no vayamos a tenerla. Mi apoderado era noticia porque iba a los juzgados a poner una denuncia contra el padre de todos los juzgados, y en nombre de un juez. El padre de todos los juzgados es el Consejo del Poder Judicial. Y Moeckel iba en representación letrada de don Francisco Serrano, juez de Familia número 7, a interponer denuncia por injurias contra Inmaculada Montalbán, presidenta del Observatorio de Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial. Hombre, puestos a interponer, yo habría denunciado también otra cosa: que el Consejo del Poder Judicial se gaste nuestro dinero en mantener una tontería como el tal Observatorio de Violencia Doméstica y de Género. ¿Qué es esto, Dios mío de mi alma? ¿En qué consiste ese Observatorio? ¿Dónde está? ¿Es un Observatorio así en plan campanario de la Giralda, que se ve todo desde allí? ¿O es como la Torre de Correos de Londres, con un restaurante turístico giratorio en todo lo alto? ¿Y hay anteojos de echarles la monedita de euro, para quincar bien el panorama? Esto del Observatorio, ¿qué? ¿Que se pone allí doña Inmaculada y divisa cómo las marías se hartan de presentar denuncias falsas contra los maríos, y sin la menor comprobación, sin la menor prueba, de momento los detienen y los llevan al calabozo en Blas Infante, les hacen pasar allí la noche, por la mañana los presentan al juez, les ponen una orden de alejamiento y vete preparando, que se te va a caer el pelo?
Porque esto es lo que, sin necesidad de Observatorio, ha visto y denunciado el juez Serrano. Que sí, que vale, que hay mujeres que sufren mucho, y que a muchas de ellas las matan sus esposos. Aunque más bien suelen ser sus arrejuntados compañeros, sus divorciados maridos, sus queridos, sus líos. Vamos, lo que toda la vida de Dios se ha llamado «crimen pasional», sin tanta tontería feminista ni tanta puñeta de Observatorio. El juez Serrano dice lo que muchos piensan, pero nadie se atreve, en la dictadura de lo políticamente correcto que padecemos, donde lo que no está prohibido es obligatorio. El juez Serrano ha dicho que, vale, que esos uxoricidios existen, pero que también hay muchas mujeres que matan a sus maridos, y nadie dice ni pío de estos conyugicidios. Y que la mal llamada Ley de Violencia de Género es más bien Ley Violenta contra el Hombre, de cuya muerte a manos de la esposa no hay estadísticas: las borran para que no les estropeen la demagogia contra el machismo y no nos acordemos del crimen de La Juliana.
El juez Serrano ha expresado estas opiniones fuera de estrados, en la concurrencia de las ideas libres. Y en esta Inquisición del Nacional Laicismo que nos oprime, le han llamado de todo. Lo más suave, «portavoz de los maltratadores». No, es el denunciante de los maltratadores de la libertad. Es algo tan arriesgado como un hombre libre. El peor negocio que se puede tener hoy en España y en Sevilla: ser libre y decir lo que uno piensa. Sobre todo si, como el juez Serrano, esa libre opinión va contra los dogmas infalibles de esta dictadura de las minorías sobre la mayoría que padecemos sin que nadie se atreva a rechistar. Un Observatorio de la Libertad Amordazada Por Lo Políticamente Correcto sí que ponía yo...
—¿Y qué hacía usted a las 10 de la mañana en la calle San Fernando, con la que estaba cayendo, si se puede saber?
Pues se puede y se debe saber: estaba esperando que pasara mi apoderado para que me diera hecho el artículo nuestro de cada día. Iba Moeckel, aparte de chorreandito, camino de los juzgados. Eso en principio no es noticia, que un abogado vaya a los juzgados. Noticia sería que fuera camino de los juzgados como imputado ese político en quien está usted pensando, y cuyo nombre no voy a poner, no vayamos a tenerla. Mi apoderado era noticia porque iba a los juzgados a poner una denuncia contra el padre de todos los juzgados, y en nombre de un juez. El padre de todos los juzgados es el Consejo del Poder Judicial. Y Moeckel iba en representación letrada de don Francisco Serrano, juez de Familia número 7, a interponer denuncia por injurias contra Inmaculada Montalbán, presidenta del Observatorio de Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial. Hombre, puestos a interponer, yo habría denunciado también otra cosa: que el Consejo del Poder Judicial se gaste nuestro dinero en mantener una tontería como el tal Observatorio de Violencia Doméstica y de Género. ¿Qué es esto, Dios mío de mi alma? ¿En qué consiste ese Observatorio? ¿Dónde está? ¿Es un Observatorio así en plan campanario de la Giralda, que se ve todo desde allí? ¿O es como la Torre de Correos de Londres, con un restaurante turístico giratorio en todo lo alto? ¿Y hay anteojos de echarles la monedita de euro, para quincar bien el panorama? Esto del Observatorio, ¿qué? ¿Que se pone allí doña Inmaculada y divisa cómo las marías se hartan de presentar denuncias falsas contra los maríos, y sin la menor comprobación, sin la menor prueba, de momento los detienen y los llevan al calabozo en Blas Infante, les hacen pasar allí la noche, por la mañana los presentan al juez, les ponen una orden de alejamiento y vete preparando, que se te va a caer el pelo?
Porque esto es lo que, sin necesidad de Observatorio, ha visto y denunciado el juez Serrano. Que sí, que vale, que hay mujeres que sufren mucho, y que a muchas de ellas las matan sus esposos. Aunque más bien suelen ser sus arrejuntados compañeros, sus divorciados maridos, sus queridos, sus líos. Vamos, lo que toda la vida de Dios se ha llamado «crimen pasional», sin tanta tontería feminista ni tanta puñeta de Observatorio. El juez Serrano dice lo que muchos piensan, pero nadie se atreve, en la dictadura de lo políticamente correcto que padecemos, donde lo que no está prohibido es obligatorio. El juez Serrano ha dicho que, vale, que esos uxoricidios existen, pero que también hay muchas mujeres que matan a sus maridos, y nadie dice ni pío de estos conyugicidios. Y que la mal llamada Ley de Violencia de Género es más bien Ley Violenta contra el Hombre, de cuya muerte a manos de la esposa no hay estadísticas: las borran para que no les estropeen la demagogia contra el machismo y no nos acordemos del crimen de La Juliana.
El juez Serrano ha expresado estas opiniones fuera de estrados, en la concurrencia de las ideas libres. Y en esta Inquisición del Nacional Laicismo que nos oprime, le han llamado de todo. Lo más suave, «portavoz de los maltratadores». No, es el denunciante de los maltratadores de la libertad. Es algo tan arriesgado como un hombre libre. El peor negocio que se puede tener hoy en España y en Sevilla: ser libre y decir lo que uno piensa. Sobre todo si, como el juez Serrano, esa libre opinión va contra los dogmas infalibles de esta dictadura de las minorías sobre la mayoría que padecemos sin que nadie se atreva a rechistar. Un Observatorio de la Libertad Amordazada Por Lo Políticamente Correcto sí que ponía yo...